El vuelo
de la paloma magnética
Las palomas domésticas usan el campo magnético de la Tierra para
encontrar el camino de regreso a sus lugares de hábitat después
de emprender largos recorridos.
Esa es al menos la opinión de un grupo de científicos
de Nueva Zelanda que publica el resultado de su estudio en la última
edición de la revista especializada Nature. La
teoría cuestiona la creencia de que las palomas se sirven de las cualidades
olfativas para orientarse durante sus vuelos. Según
los expertos de la Universidad neozelandesa de Auckland, estas aves crean un
"mapa" a partir del magnetismo de la Tierra usando unas pequeñas
partículas magnéticas con las que cuentan en sus picos.
Sentando bases
La especialista Cordula Mora explicó que la existencia
de estas partículas, ubicadas en la parte superior del pico de las palomas,
ya se conocía desde la década de los años 70.
La conclusión resultó de experimentos con palomas a las que se
les interrumpió la capacidad olfativa o se les anestesió la parte
superior de sus picos. Los científicos detectaron
que mientras la capacidad olfativa disminuida no les impedía llegar a
sus destinos, la imposibilidad de usar las partículas magnéticas
sí ocasionaba desorientación. De
acuerdo con los expertos, "nuestro trabajo sienta las bases para realizar
estudios más detallados sobre la utilización de los campos magnénicos.
¿Para qué usar animales en experimentación, en algunas áreas?
Tenemos algunos genes más que un gusano
Científicos señalan haber descubierto que el código genético
humano contiene muchos menos genes que los que se creía hasta el momento.
Cuando se publicó el primer esquema incompleto del genoma hace tres años, quienes estaban detrás del hallazgo estimaron que los seres humanos contaba con entre 30 a 40 mil genes. Pero las últimas investigaciones por parte de uno de los grupos involucrados en el estudio original -el Consorcio Internacional para el Secuenciamiento del Genoma Humano- ahora muestra que sólo tenemos entre 20 y 25 mil genes.
Esto no representa mucho más de los que posee un gusano, por lo que el estudio sugiere que es mucho más importante la regulación de los genes que la cantidad en sí misma. "Esto significa que cada gen puede ser usado en una variedad de formas distintas dependiendo de como es regulado", explica Tim Hubbard, del grupo Genética Humana en el Instituto Sanger en Cambridge, Gran Bretaña.
La clave es el control
Cuando el esquema del genoma humano fue publicado en 2000, muchos se mostraron sorprendidos que algo tan complejo como el cuerpo humano pudiera ser construido con una cantidad tan modesta de materiales. Ahora el número de genes ha sido revisado a la baja y los científicos sospechan que la clave de la complejidad está no en los genes sino en sus intervalos.
Debe haber un montón de información dentro del genoma que sencillamente
aún no sabemos como extraer, dice
Tim Hubbard, del grupo Genética Humana en Cambridge.Ellos están
descubriendo gradualmente que la forma en que los genes son controlados -cómo,
cuándo, y dónde son activados- es un proceso increíblemente
importante e intrincado.
Es como si cada gen fuera como esas herramientas múltiples, que pueden realizar diferentes tareas según se las manipule.
Hubbard reconoce que "debe haber un montón de información dentro del genoma que sencillamente aún no sabemos como extraer". "Hay una gran colaboración internacional tratando de averiguar que hay allí además de genes de codificación proteicos".
"El genoma contiene diminutas secuencias regulatorias y estos pequeños actores son importantes en el control del sistema, pero son extremadamente difíciles de capturar", explicó el científico.