PERROS

1.    Introducción

Hace más de 12.000 años que el perro (Canis familiaris) es el compañero del hombre (MacArthur, 1987). En el laboratorio, es mediante una socialización adecuada temprano en su vida, que el animal puede desarrollar relaciones estrechas con los humanos. También, la mayoría de las razas de perros utilizados en la investigación, enseñanza y pruebas, son naturalmente gregarias y buscan la compañía de otros perros (MacArthur, 1987; Beaver, 1981). Se ve también esta tendencia en jaurías de perros silvestres o salvajes que viajan juntos (Dunbar, 1979). Por lo tanto, a menos que sea contraindicado por el protocolo de investigación, por la condición de salud o la agresividad de los animales, los perros deberían ser alojados por pareja o agrupados en jaulas o cercados, con un espacio suficiente para el comportamiento normal activo. Si no es posible, los perros se liberarán a intervalos regulares en un lugar suficientemente amplio para permitir la expresión del comportamiento normal de la especie.

Criar los cachorros en un ambiente social es la manera más efectiva de asegurar que tendrán un comportamiento compatible con sus congéneres como adultos (Fox, 1972). Además, los perros que fueron cuidados como cachorros son más resistentes al estrés y a las enfermedades que los otros (Fox, 1975).

Discutiremos de los cuidados apropiados de los perros bajo los ítems de diferencias entre razas, criterios para evaluar el bienestar, el alojamiento, la socialización con los humanos y los métodos de enriquecimiento.

2.    Diferencias entre razas

Las diferencias de tamaño entre Terranovas y Chihuahuas representa uno de los extremos que existen entre las numerosas razas de perros. Estas diferencias incluyen no solamente la morfología, pero también el temperamento (p. ej., terriers vs. labrador retrievers), la conformación (p. ej., beagles vs. galgos), el metabolismo de la urea (dálmatas), el desarrollo de modelos de comportamiento (MacArthur, 1987) y otras consideraciones importantes. Aunque todos los perro pertenezcan a una especie única (Canis familiaris), cada raza tiene necesidades sociales y de comportamiento específicas.

Las diferencias morfológicas entre las razas tienen mucha importancia en la selección del tamaño apropiado de las jaula (aunque tengan el mismo peso corporal, los perros delgados y largos necesitarán jaulas más grandes que perros robustos y cortos). La decisión de agrupar a los animales dependerá hasta cierto grado de las diferencias de razas. Se puede aprender mucho para mejorar el bienestar de los perros a partir de un conocimiento básico de los comportamientos típicos de cada raza; sin embargo, hay que prestar atención al carácter único de cada animal para asegurar su bienestar.

Además de la comprensión de las diferencias entre razas, es también de gran valor una comprensión de las diferencias intraraciales, que son el resultado natural de factores ambientales y genéticos. Los compañeros de camada, aun que hayan sido criados en condiciones parecidas, puede comportarse de manera enteramente diferente.

3. Criterios de evaluación del bienestar
 

La evaluación del bienestar animal se apoya a la vez sobre criterios de estándares técnicos (ambiente, tamaño mínimo de jaulas, de temperatura, de ciclos luminosos, etc.) y sobre medidas de estándares de desempeño (el estado de salud general de los perros o su compatibilidad en grupos sociales y con gente) (McCarthy, 1989).

El bienestar de los perros depende de varios factores, que incluyen: el entrenamiento y la dedicación del personal científico, veterinario y de cuidado animal; la conformidad con las directrices del CCPA para las instalaciones; la vigilancia de la salud física de los animales (parece saludable, vivo, activo?); la observación del comportamiento del perro; el alojamiento en pareja o en grupo de animales compatibles; y la socialización con los humanos.
 

a) Observaciones clínicas
 

i) Ojos
 

Ojos claros y expresivos son un buen indicador de la salud general. No se debe confundir con la ausencia de contacto visual, a veces demostrado por perros criados a ser sometidos a los humanos.
 

ii) Postura
 

Los perros enfermos o deprimidos pueden aparecer letárgicos o encogidos en el fondo de la jaula o de la perrera. La observación del paso y del aspecto de los miembros puede sugerir una infección o un trauma localizado.
 

iii) Pelaje
 

Los perros enfermos o con problemas crónicos tendrán frecuentemente un pelo áspero y desprolijo. El animal puede dejar de asearse.
 

iv) Heces
 

Se debe dar una atención especial en presencia de diarrea, o de heces con moco, sangre o helmintos.
 

v) Apetito
 

Se debe prestar atención a casos de inapetencia o de ingestión demasiado rápida de alimentos; igualmente, se deben investigar los cambios súbitos de peso o de las maneras de comer o beber.
 

b) Comportamiento
 

i) General
 

Se buscarán pruebas manifiestas de la adaptación de los perros a su ambiente. Que sean alojados solos o en grupos, no deberían demostrar comportamientos altamente repetitivos o atípicos. Los perros generalmente perciben la jaula o la perrera como su territorio, y ladran para defenderlo contra una amenaza poco importante (p. ej., la puerta que queda cerrada). La apertura de la puerta de la perrera puede provocar comportamientos muy diferentes; excitación en animales familiarizados con los humanos, o miedo en los animales no sociables. Estas diferencias no pueden verse con las puertas cerradas; sin embargo, se evaluará con prudencia una reacción de miedo frente a personas extrañas, ya que es normal de demostrar un poco de curiosidad o de inquietud frente a personas desconocidas.
 

ii) Comportamiento hacia los compañeros de jaula
 

Los compañeros de jaula compatibles deberían manifestar el mismo deseo de atención cuando personas familiares se acercan de su jaula. Sin embargo, los perros demasiado dominantes (y los perros demasiado sociables con gente y no socializados con perros) (Beaver, 1981) impedirán que sus subordinados sean tocados por la persona conocida, lo cual, a veces, puede provocar agresiones que continuarán mientras la persona permanezca a la puerta de la jaula.
 

iii) Comportamiento hacia la gente
 

Los perros que ladran mucho, que se quedan en el fondo de la jaula, que rehúsan de venir a la puerta de la jaula aun cuando llamados por técnicos familiares, o que demuestran tendencias agresivas cuando alguien se aproxima, son probablemente poco sociabilizados hacia la gente. Los perros poco sociabilizados son miedosos hacia la gente, pueden llegar a morder por miedo, son difíciles de coger y de controlar, y pueden tener una variabilidad fisiológica incompatible con algunos estudios científicos. Estas manifestaciones son evidentes de situaciones de angustia y de una falta de bienestar en el animal. Tales perros no son buenos candidatos para investigaciones crónicas.
 

iv) Comportamiento maternal
 

Al final de la gestación, la perra comenzará a buscar un lugar aislado, seguro, cálido, obscuro y quieto. Para satisfacer a estas necesidades, es aconsejable de colocar una caja de parto que la perra aceptará. Tendría que estar familiarizada con esta caja mucho antes del parto (Fox, 1972). Cuando posible, se debe evitar cualquier tipo de la manipulación o de interferencia durante el parto.

El comportamiento de la perra grávida cambia hacia el fin de la gestación. Parece generalmente más inquieta e incómoda. Puede manifestar su instinto de nidación y comenzar a rasgar los papeles y a escarbar el piso de la caja de parto. Frecuentemente, la perra deja de comer, y algunos animales vomitarán ocasionalmente durante los pocos días inmediatamente antes del parto. También sucede a menudo que la perra jadea mucho y mira regularmente hacia su trasero con aprensión (Dunbar, 1979).

Las cajas de parto incluyen una cama y fuentes de calor que mantienen cálidos y secos a los cachorros recién nacidos homeotérmicos.
 

4. Alojamiento
 

El alojamiento debe favorecer la formación de grupos sociales, las interacciones con los humanos, la comodidad y la higiene. Es deseable utilizar cercados o jaulas modulares que se pueden convertir para acomodar parejas o grupos de perros.

Hite, Hanson, Conti et al. (1977) y Hughes, Campbell y Kenney (1989) discuten de los efectos del tamaño de la jaula sobre el beagle (la raza canina más usualmente utilizada). Las jaulas deberían permitir un acceso fácil para el personal y permitir el contacto visual, olfativo y auditivo con otros perros.

La adición de tablas de descanso hechas con material aislante e impermeable permite que los animales busquen refugio fuera del piso, especialmente cuando la temperatura y la humedad causan problemas.
 

i) Alojamiento social
 

Este modo de alojamiento es deseable para la mayoría de las razas caninas. Las diferentes especies desarrollaron, después de siglos de interacción con humanos y con otros perros, modelos de comportamientos típicos que debemos entender a fin de evaluar y contribuir a su bienestar (Beaver, 1981). Algunas razas de perros son altamente sociables, mientras que otras, tales como los terriers, no lo son (Beaver, 1981). Para la mayoría de las razas sociables, el alojamiento individual puede ser estresante.

Un perro puede ser perturbado si está separado de los animales con los cuales se lleva bien. Perros que se han aislados de los otros animales (por problemas de salud, de agresividad o del protocolo de la investigación) deben permanecer en la misma sala, el más cerca posible de su grupo social, y deben volver con su grupo lo antes posible. En caso de grupos estables, las posiciones dentro de la sala no deberían cambiarse sin motivos válidos.
 

ii) Alojamiento individual
 

Para los animales acostumbrados a vivir confortablemente solos, la introducción de compañeros de jaula puede inducir angustia. En estas circunstancias, es preferible hacer excepciones al alojamiento en grupo, especialmente donde existe compañía de humanos y donde se mantiene un contacto visual y auditivo con otros perros.

Si los perros deben ser alojados individualmente, deberían estar en contacto visual, auditivo y olfativo con otros perros en la misma sala. En tal sala, es probable que existan grupos sociales múltiples, los grupos más estables siendo compuestos de los perros alojados en jaulas inmediatamente adyacentes o frente una a otra.

Se debe recordar que la dominancia puede expresarse a través de un pasillo. Cuando se relocaliza a un perro víctima de las agresiones de un animal demasiado dominante, se deberá entonces cuidar de alojarlo en una jaula que no sea directamente adyacente o frente a la jaula de este animal.
 

5. Socialización con humanos
 

De todas las especies comunes de laboratorio, los perros son los animales más domesticados y mejor adaptados para vivir en asociación estrecha con la gente. La socialización crea un apego y una confianza para los humanos, lo que ayuda a su adaptación a nuevos procedimientos o a un ambiente diferente, y que disminuye el estrés así como la variabilidad experimental.

Los perros que no están expuestos a los humanos desde pequeño (es decir, la socialización) rápidamente llegan a ser miedosos con gente. Su miedo y angustia se manifiestan en varias formas fisiológicas y de comportamiento (p. ej., la mordida) (Beaver, 1981), que son todas incompatibles con su bienestar y pueden influir la confiabilidad de los datos de investigación obtenidos.

La capacidad para adaptarse a una situación, cuando una persona interviene, o cuando hay cambios de ambiente, es un criterio fundamental del bienestar en el perro (Dunbar, 1979). Esta aptitud implica la capacidad del perro para adaptarse a situaciones de estrés sin que hayan cambios mayores en su comportamiento o en su fisiología (Archer, 1979).

Por lo tanto, es necesario que todos los perros usados en una instalación, independientemente de su propósito, sean socializados a la gente (en la instalación misma o por el proveedor de animales); sino, se deberá considerar seriamente su eutanasia o su uso en estudios sin supervivencia. El proceso de socialización (manipulaciones por gente) debería comenzar cuando cachorros tienen entre 6-10 semanas de edad (Wolfle, 1989a, 1989b; MacArthur, 1987; Fox, 1975). Varios otros investigadores creen que el período de socialización se debería extender a por lo menos 12 semanas (Pfaffenberger, 1963; Bateson, 1987; Vanderlip, Vanderlip y Myles, 1985a, 1985b; Scott y Fuller, 1965). Fox (1968, 1990) sostiene que los cachorros privados de contacto humano durante sus diez primeras semanas de vida serán luego muy difíciles de manejar.

Los perros adultos que demuestran poca socialización, no deberían permanecer en la instalación más que el tiempo necesario para determinar si su comportamiento pueda o no responder a esfuerzos de socialización, pero es probable que sea una pérdida de tiempo y de energía (Dunbar, 1979). En estas condiciones, se realiza la eutanasia o se utilizan estos animales en estudios agudos sin supervivencia. Como la socialización se considera como una parte crítica de cualquier programa de crianza, el contrato con el abastecedor debería especificar que los animales comprados están efectivamente socializados.

Las interrelaciones entre humanos y perros asegurarán la continuación de los beneficios adquiridos por la socialización. La cuantificación del contacto durante el período de socialización, en términos específicos de frecuencia o de duración, es menos importante que la calidad de la interacción. Los cachorros son sensibles al apego al humano o a otros animales. Así, las interacciones repetitivas con la gente durante este período, es más importante que la naturaleza exacta, la frecuencia, o la duración de las interacciones.

Wolfle (1990) describió la socialización de muchos cachorros foxhound que recibían individualmente solamente cinco minutos por semana. Sin embargo, se debe notar que este era un procedimiento de socialización complejo, rico, efectuado sobre una base bi-semanal, con jóvenes de un misma camada tratados como un grupo, de manera tal que todos beneficiaban individualmente de las interacciones con la gente. No obstante, es claro que la socialización de numerosos cachorros no requiere mucho tiempo, y deber ser posible de realizar con el personal existente en la mayoría de las instalaciones.

Mediante la observación, se debe establecer si cada perro tiene un comportamiento normal en un grupo social (Beaver, 1981). La participación de varias personas en la socialización de cada perro y en el fortalecimiento de su socialización como adultos, permite evitar el problema del apego exagerado a un individuo.

Las personas que trabajan en el mantenimiento de las instalaciones deberían incluir en su rutina de pasar un poco de tiempo con cada perro. El tiempo pasado para hablar con los animales y acariciarlos resulta en beneficios para la reducción de la ansiedad de los perros y de variabilidad fisiológica (Wolfle, 1990, 1985, 1989a, 1989b). La manera de actuar del personal puede producir un efecto sobre los animales (Fox, 1986) y así afectar los resultados de la experimentación.
 

6. Medios de enriquecimiento (dispositivos artificiales)
 

La adición de elementos de "enriquecimiento", como juguetes u otros dispositivos, se dan frecuentemente a los perros para producir un cambio deseado en su comportamiento. Por ejemplo, un pedazo de cuero u otra cosa para roer puede disminuir un comportamiento anormal o persistente de aseo; sin embargo, esto se debería hacer solamente con la aprobación del investigador y del director de la instalación. Beaver (1989) nota que los perros reaccionan bien cuando se enriquece su ambiente con laberintos en los cuales pueden correr.

La música se ha usado por mucho tiempo, para reducir el estrés en muchas instalaciones donde hay animales de laboratorio (Line, Clarke, Ellman et al. 1987), así como también en muchos tambos (Ewbank, 1968), (quizás por causa de su efecto inicial calmante sobre el cuidador de los animales). Sin embargo, pocos datos definitivos existen para recomendar su uso en los perros. Si se usa, el volumen se debe ajustar a tono de conversación. Los niveles que exceden 85 dB por un período prolongado pueden ocasionar daños auditivos. También se debe recordar que muchos animales de laboratorio, incluyendo los perros, son capaces de oír frecuencias elevada que no son perceptibles por el humano (Dunbar, 1979). Si, por ejemplo, se toca música de violín a volumen alto, los perros pueden estar fuertemente incomodados, mientras que las emisiones habladas pueden acostumbrar a los animales a la voz humana.
 

7. Ejercicio
 

El ejercicio para perros fue recientemente reglamentado en la ley Estadounidense que exige "que las instalaciones de investigación establezcan, por escrito, en consulta con el veterinario de la institución, procedimientos y sistemas para el ejercicio de los perros..." (USDA, 1989).

El Dr Dale Schwindaman, Vice-ministro adjunto del Regulatory Enforcement, Animal and Plant Health Inspection Services, U.S. Department of Agriculture, mencionó que, con relación a los requerimientos de socialización y de ejercicio, puede ser que los contactos sociales con otros perros o con humanos en caso de animales alojados solos, sean más importantes que el ejercicio. Informó que los perros necesitan tener la posibilidad de ver y oír a otros perros, además de ser alojados en grupos compatibles. Los animales alojados individualmente deberían tener contactos físicos positivos con humanos. Cualquier derogación a los requerimientos para el ejercicio y la socialización para los perros tendría que ser aprobada por el Comité Institucional de Uso y Cuidado de los Animales. También se propuso que los animales guardados en espacios más pequeños que lo exigido en condiciones de alojamiento permanente, tal como indicado en el Guide for the Care and Use of Laboratory Animals (USDHHS, 1985), deberían hacer por lo menos treinta minutos de ejercicio por día (Schwindaman, 1990).

Datos científicos demostraron que el tamaño de las jaulas no tenía ningún efecto importantes sobre los valores hematológicos o bioquímicos en los beagles de crianza; que los perros tenían poca inclinación para hacer ejercicios cuando liberados en áreas de ejercicio, a menos que haya humanos presentes; y que aun un programa moderado de ejercicio no tenía ningún efecto demostrable sobre parámetros bioquímicos tales como hematología, química clínica o indicadores de estrés (Campbell, Hughes, Griffen et al. 1988; Hughes, Campbell y Kenney, 1989; Campbell, 1990).

Estudios demostraron que en promedio, los perros gastan solamente de media hora a una hora y media por día haciendo cualquier tipo de actividad, sin considerar el sistema de alojamiento. La mayoría de las actividades de los perros tienen lugar durante las horas de mañana, durante el tiempo de mayor actividad humana en el área. El incremento de contactos con los humanos mejorará la manipulación y las características de comportamiento de los perros, pero no sus actividades, porque los perros que no tienen un exceso de contactos humanos pueden moverse en su jaula para llamar la atención (Hughes y Campbell, 1990). Estos autores sostienen que demostraron que "los perros son básicamente perezosos. No gustan ejercer y no tienen ninguna atracción particular para correr." Fox (1986) informa que perros bien alimentados y contentos no ejercen rutinariamente.

Aunque, al contrario de los EE.UU., no haya en Canadá obligaciones legales para el ejercicio de perros, el CCPA considera que es quizás más importante alojar a los perros en grupos y socializarlos con sus congéneres y con los humanos, que de ejercerlos. Se pide a las instituciones de dar documentación sobre la aprobación del Comité de protección de los animales para el alojamiento individual de perros. Cada vez más, el CCPA recomienda fuertemente de incrementar los medios de enriquecimiento ambiental.

En conclusión, se debe recordar que, como Erwin (1985) lo aconseja, se debería vigilar las reacciones de los animales a los diferentes medios de enriquecimiento ambiental, para averiguar si se lograron los objetivos.

Beaver (1989) nos recuerda que ningún estudio ha determinado la cantidad de actividad que es realmente beneficiosa para una especie animal dada. Ni se ha demostrado que los comportamientos estereotípicos eran beneficiosos o nocivos (Fox, 1986). Tendremos todavía que adquirir y acumular nuevos conocimientos sobre el comportamiento animal para proveer un ambiente que mejorará el bienestar de los perros.